LA DIFERENCIA MARTIANA.
Por Regis Iglesias Ramírez.
José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano en Estados Unidos, donde vivió desterrado después de cumplir primero una condena de prisión y trabajo forzado siendo muy joven y luego de su regreso a Cuba y ser expulsado de la isla por sus actividades conspirativas. El PRC tenía la función de órgano político en el exilio que apoyará la insurrección que él y los principales líderes militares independentistas habían invocado y asistido en la primera oportunidad a dar el ejemplo de su presencia y su sacrificio por la libertad.
Martí murió en combate prematuramente, porque su inexperiencia en lides bélicas sobre el terreno fue enemiga de su ímpetu romántico y su ardor patriótico. Nadie sin embargo puede reprocharle una coma en la organización de las fuerzas cubanas y los objetivos de un Partido con fecha de caducidad como organización unitaria al momento de alcanzarse la independencia en una nueva sociedad plural. Su legado y vida coherente lo convirtieron para siempre en paradigma moral, político e intelectual para cada cubano que en lo adelante ha intentado emularle cuando la falta de derechos ha oprimido a los hijos de Cuba.
Esta es la gran diferencia con los intentos que desde el exilio y la inmigración cubana de los últimos sesenta años han proclamado la reunión de adeptos unas veces más sinceros y otras netamente oportunistas proclamándose como referentes libertarios capaces de acaudillar la lucha pero desde la cómoda y segura distancia que proporciona una sociedad próspera y libre del régimen terrorista que asfixia a los cubanos en la isla.
Es cierto que desde el exilio no pocas organizaciones desde los primeros días y durante años han pagado una elevada cuota de martirologio porque su propósito estaba sustentado en el retorno temerario para enfrentar una tiranía superior en fuerzas militares que ha sometido de una manera brutal a la población de la isla al punto de hacerla esquiva e insolidaria con cualquier intento de los grupos exiliados por redimirnos del sometimiento. Por eso, entendiendo también cada tiempo y circunstancia, los cubanos debemos agradecer a cada héroe que asumiendo su deber como cubano, ha dado todo, ha sacrificado todo y regresado contra toda esperanza como Quijotes embistiendo molinos, en este caso muy reales. Honor por siempre a ellos y gratitud. Ojalá no haya que esperar y sea tarde el homenaje del país en la patria libre que algún día será realidad. Ojalá que, estemos de acuerdo o no con los métodos de lucha, sabiendo que cada hombre es hijo de sus circunstancias y de su tiempo, en cada esquina, cada parque y comunidad donde existan cubanos desterrados se rinda permanente culto al ejemplo de estos hombres que muchas veces han muerto, sin ver su tierra amada a la que dieron todo, en la miseria olvidados de sus coterráneos ingratos.
Otra cosa ha sido quienes han convertido la causa de la patria en pedestal grosero donde sobre nuestros mártires y el sacrificio de muchos cubanos medran y prostituyen todo lo sagrado para nosotros.
Las ayudas, entiéndase impuestos de los contribuyentes, que durante décadas las instituciones norteamericanas han repartido en el exilio han servido más para no dejar un cabo suelto que salga del libreto que marcan las administraciones estadounidenses y para sostener la inutilidad mediática conque se mantienen supuestas propuestas y líderes que no han liderado nada en su vida, mucho menos dentro de la isla, aunque constantemente hacen llamados muchas veces con propósitos opuestos en su esencia y pretenden comprar lealtades con las migajas que sobran luego de pagar el propio bon vivant en su dorado exilio.
Nuestro problema es que mientras más decadente y corrupto se vuelve el régimen su reflejo en los cubanos dentro y fuera de la isla más se le parece.
La ansiedad y la frustración por no poder cambiar el estado de cosas en la isla hace a masas de entusiastas desprevenidos seguir a cualquiera con cualquier discurso no importa quién lo de o cuál es la propuesta. Estos lodos vienen de lejos sólo que ahora reflotan más los escombros.
La ceremonia de confusión que desde la Habana el régimen ha diseñado durante mucho tiempo ha sido bien pagada por los Estados Unidos y otros que guardan la forma de una supuesta solidaridad mientras no mueven un milímetro en apoyo a nuestra libertad. Esto no sólo es válido para describir la política norteamericana hacia el régimen, el cuartico español, europeo y latinoamericano también se alquila.
El mejor ejemplo de esto es que ningún gobierno, en específico el norteamericano y el español, han desclasificados toda la información que conocen sobre el asesinato de Oswaldo Payá Y Harold Cepero. El apoyo a legitimar la votación por una constitución que es la picana eléctrica y otra obsoleta para los propósitos del cambio fraude, diseñado por el régimen, que nos dejó sin uñas. Es patético por decir lo mínimo.
La ecuación no se puede invertir.
Los grupos exiliados y los sinceros patriotas saben que como en época de Martí la función de cualquier iniciativa debe ir encaminada a apoyar las propuestas coherentes que nazcan en la isla y el trabajo que con muchas limitaciones de todo tipo hacen los grupos de opositores cívicos cubanos. Y sobre todo, la prédica ahora como hace 125, 70 ó 60 años debe estar unida indisolublemente al ejemplo.
Regis Iglesias Ramírez es escritor, portavoz del Movimiento Cristiano Liberación, ex preso político, desterrado en España.
Ilustración: Caricatura de José Martí en un sólo trazo por Abela.