LA CUBA FUTURA.
Por Zoé Valdés.
La Cuba futura: una presunción o una interrogante (1ra parte)
Hace ya varios años la autorización de ventas de ollas de presión y de telefonía móvil, así como la de ciclomotores, la permisión a los cubanos para alquilar en los hoteles bajo tarifas máximas, y otras tantas promesas de esa índole -que hubieran provocado burlas y risas en cualquier otro país del mundo libre-, asombró a defensores de los derechos humanos e incluso a ciudadanos no cubanos de a pie. Lo vieron como los síntomas de que por fin llegaban los tan esperados cambios a Cuba. ¿Se hubiera podido considerar como la antesala para un futuro mejor en la isla? Absolutamente no. Pero el mundo confundió un cierto confort con la libertad.
Que Raúl Castro, de quien conocemos bien su curriculum vitae, o más bien ‘mortae’,haya sustituido a su hermano Fidel Castro, en lo que constituyó una sucesión dinástico comunista, al estilo coreano, fue otra imposición que no vino solamente desde el Comité Central, además los cubanos amantes de la libertad y del desarrollo debíamos verlo como cambios sustanciales de una férrea dictadura o tiranía hacia una presunta democracia. Se nos exigió. Hubo quienes aceptaron. Yo desde luego que no.
En reiteradas ocasiones he leído artículos jubilosos que mencionan cambios, ¿qué cambios podría hacer Raúl Castro? ¿Qué cambios aparte de nombrar a una pieza movible a su antojo como lo es Miguel Díaz-Canel? Pero además, ¿se habrían aplaudido los supuestos cambios de un Jorge Rafael Videla en Argentina o un Gustavo Leigh Guzmán, segundo militar en la Junta militar pinochetista? ¿Entonces, por qué los cubanos debiéramos hacernos ilusiones con Raúl Castro, uno de los militares más represivos y criminales de la historia de Cuba, de Sudamérica y del mundo? ¿Por qué el segundo hombre bajo la tiranía castrista, designado por su hermano, el propio tirano, con el objetivo de darle continuidad ideológica, política y militar a aquel engendro, tendría que inspirarnos confianza? De ninguna manera.
Por supuesto, otra pregunta se impone: ¿por qué el pueblo cubano no se tira a las calles con la intención de protestar en contra del tirano II? Es lo que muchos se preguntan. Respondo: probablemente sea por miedo, o por oportunismo, debido a las medidas represivas que durante más de sesenta y dos años han deformado la personalidad y la psicología del cubano, ninguneándola.
Cuando fue derribado el comunismo en los “hermanos” o hermanastros países comunistas del Este de Europa y el CAME se convirtió en un Capitalismo Ansiado Muy Extremo para la URSS, y que nos dejaron de enviar por un tubo y siete llaves todo lo vencido y despreciado por los ‘bolos’ (soviéticos) el régimen recurrió a quien ya tenían adobando y entrenando desde hacía décadas, a Hugo Chávez y su tan anhelada Venezuela. Chávez facilitó el trecho a los Castro hacia otra vía de sustentación, pero sobre todo de enriquecimiento personal; lo que les dio ímpetus para recurvar a las viejas fórmulas y renovadas tendencias admirativas por el fachocomunismo que habían sentido en una época, sobre todo un joven Castro I en su lectura de ‘Mi Lucha’ de Adolf Hitler. Las técnicas fascistas inspiradas por el comunismo afloraron en la primavera del 2003, encarcelamientos y fusilamientos de tres jóvenes negros juzgados y asesinados en menos de 48 horas dieron nombre a la Primavera Negra de Cuba.
Durante la Primavera de Cuba fueron encarcelados 75 opositores pacíficos, entre los que se encontraban periodistas, poetas, bibliotecarios independientes, artistas; se les celebraron juicios sumarísimos y fueron condenados a penas de entre 6 y 28 años de cárceles. Las acusaciones eran delirantes: recibir instrucciones del enemigo y ser ‘agentes de una potencia extranjera’. Cincuenta y nueve de ellos tardaron años en ser semi liberados bajo ‘licencia extrapenal’ (modalidad castro-comunista) y desterrados en una vergonzosa negociación con el gobierno español de José Luis Rodríguez Zapatero. En esa época la totalidad de presos políticos era de 242. Los Castro pretendían, como habían hecho en el pasado, canjear presos por medidas y prebendas a su favor por parte de los gobiernos democráticos europeos, con quienes siempre han negociado créditos altamente desfavorables para los patronatos y economía de esos países.
Fidel Castro al morir de muerte natural muy cómodo en su cama no dejó más que un legado plagado de errores concretos en política nacional, en lo social, en la economía interna, aunque ha sido el mayor especialista de marketingrevolucionario de la historia de la humanidad. Creó un producto desbordante de falsas ilusiones (valga la redundancia): la revolución castrista, la guerra de guerrillas, la rebeldía guevarista, en dos palabras el terrorismo, que vendió descaradamente al mundo, y el mundo le compró ilusionado y hasta satisfecho como si hubieran hecho el negocio del siglo. Además de una lista de muertes, desaparecidos, crímenes, fusilamientos, y exiliados, que pocos países tan pequeños, ni siquiera grandes, pudieran pretender.
El legado de Castro I, aún siendo descabellado, se ha instaurado en las últimas décadas en Sudamérica y ya se ha logrado con éxito en España, la prueba más reciente son las lapidaciones contra miembros del partido VOX en Vallecas, Madrid, y eso sin mirar hacia Cataluña, y etcétera y demás… El viejo sueño del tirano de conquistar países sudamericanos y continentes usando la ideología castro-comunista ha triunfado, no podemos asegurar su perdurabilidad, pero ahí están agarrados, y cuando agarran no sueltan. Observen a Evo Morales en Bolivia, Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, Rafael Correa en Ecuador, Cristina Kirchner en Argentina, AMLO en México, Lula da Silva en Brasil, en una época Bachelet en Chile, Sánchez en España, todos llegados al poder mediante una democracia populista y fraudulenta, devota del castrismo. En Francia con Emmanuel se implanta el “populisme chic”.
Aparte del espantoso e inseguro legado que acabo de citar, ¿qué otra virtud valedera dejó Fidel Castro? Ninguna. Cero. Particularmente yo no salvo absolutamente nada de la llamada revolución “cubana” que no fue más que un retorcido invento castrista. La primera razón para no hacerlo es que la idea de esa revolución cubana se implantó encima de una mentira colosal, de una desviación absoluta de la historial real de Cuba. No éramos el país más pobre, no éramos el país más corrupto, no éramos el país menos democrático, no vivíamos en el más horrendo sistema social de Sudamérica ni del mundo. Para probarlo escribí un libro editado por Planeta en el 2008, ‘La Ficción Fidel’. Antes de que yo lo hiciera ya otros habían manifestado estos puntos de vista de distintas maneras, incluso lo subrayaron, dieron su vida por ello. ¿Se les oyó, se les hizo caso? No. Al igual que a mi se les ha acusado de traidores, de insensatos, de fascistas. Varios compatriotas murieron en el exilio intentado aclarar el verdadero pasado de Cuba antes de Castro. Imperdonable resulta que sus voces no hayan sido escuchadas ni reconocidas.
Pero volvamos a la actualidad cubana. Cierto es que ya nadie cree en nadie, y no sólo en la cúpula dirigente, ni siquiera en ese colectivismo masivo de a porfía, la oposición ha perdido credibilidad y la desconfianza reina. El país completamente arruinado, las familias más desunidas que nunca, el exilio constituye ya más del veinte por ciento de la población, las desigualdades, el racismo (ahora antiblanco dentro de los grupos marginales), el machismo y el hembrismo intelectualizados y lanzados como boomerangy movimiento, el igualitarismo, la desconfianza, han paralizado la fuerza natural emprendedora del cubano, han mermado su espontaneidad, le han borrado la visión de que la vida es ahora o nunca. Pudiera ser demasiado tarde para detener o retirar la cuenta de tantos errores. La cuenta la pagamos ya muchos, e incluso también la están cobrando algunos en el círculo mismo del poder. Ellos lo saben, muy dentro de sí mismos lo saben, que la única posibilidad es un cambio limpio y radical, un chapeo transparente, profunda reiniciación económica, que respete primero los derechos humanos del ciudadano. Sin libertad no habrá país.
Los que ostentan el poder conocen que sin un diálogo sin reservas y abriéndose verdaderamente al mundo como pidió Juan Pablo II con Estados Unidos y con Europa no existirá claridad para una Cuba futura, y ese diálogo debe ir precedido de la retirada completa de la familia Castro, en peso, y de sus secuaces. Esto si hablamos de una forma pacífica, porque yo como saben también apoyaría una intervención militar quirúrgica que acabe con el mal de raíz. Estas dos opciones constituirían para los exiliados y opositores una auténtica propuesta. Para Raúl Castro y su marioneta resultaría sin embargo una embarazosa interrogante, aun sabiendo que serían las primeras soluciones de adopción. ¿Se atreverían a asumirlas? Lo dudo. Dudo de un diálogo y dudo de un gobierno extranjero valiente que quiera desembarazarnos de cuajo de estas piltrafas. Estados Unidos no es lo que fue, menos con Joe Biden y Kamala Harris, o sea, con Barack Hussein Obama.
La Cuba futura: ¿Otro Congreso, otra jubilación? ¿Otro paripé? (2da parte)
Para que ese diálogo abierto con el mundo mencionado en la primera parte de esta serie de artículos pueda cumplirse de forma cabal, con veracidad y con un sentido justo deben apartarse de una vez las tretas de las posibles medidas venideras pendientes de dilucidar en congresos y de las jubilaciones de sus carcamales dirigentes; de hecho, el Partido Comunista tendría que desaparecer de una vez y por todas.
Una vez que esto sea un hecho factible y de facto a la par de esas soluciones reales debieran ir: la liberación de los presos políticos, aceptación y respeto de los derechos humanos, libertad de expresión y de manifestación. Habría que ir más lejos, luego de consumados estos anhelos necesarios por constituir derechos, Raúl Castro no sólo debiera jubilarse como se supone que haga este lunes en el Congreso del PCC, además debiera despojar de cargos políticos al resto de su familia, y dar paso a la instauración del pluripartidismo, sólo así tendría sentido que la Iglesia los perdone y hable entonces de desmantelamiento de un sistema y de apoyo a la reconstrucción de todo un país con el que hay que contar. Porque la Iglesia olvida que no se trata de responsar a los que no estemos de acuerdo con el perdón, borrón y cuenta nueva, sino que se trata de comprendernos, de entender nuestro dolor y sacrificio, y de ejercer la debida punición mediante la justicia a los que nos han destrozado las vidas y los sueños.
Aceptar la democracia estaría muy bien de su parte. El ejemplo de antiguos países del Este, ex comunistas, les asegura que nada tendrían que temer.
Sinceramente, no creo que Castro II esté preparado para ese tipo de proyecto, pues su propio modelo negó y niega este orden de posibilidades. La Iglesia debiera reconocerlo, por mucho que ahora estos marxistas sanguinarios se acerquen a ella tirando del perdón eclesiástico, que no es el mismo que el de Dios. En el perdón de Dios está la fe, que a ellos les ha faltado y de la que se han burlado desde siempre.
Otras interrogantes, que pudieran derivarse de las anteriores, con la vía castrista de por medio, sería la presunta propuesta (la vía disidente y del exilio): supongamos que Raúl Castro desaparezca por fin en un plazo relativamente corto de tiempo. ¿Estaría la oposición y el exilio capacitados para irrumpir en el plano internacional, en la alta política, sin la ideología única que conocen y les apisona el pensamiento? ¿Sin esa ideología de discursos demagógicos, sin esas manipulaciones politiqueras baratas? ¿Estaremos capacitados para organizarnos, garantizar la democracia plural sin populismos, avanzar hacia modelos de mercados en los que se respeten los derechos humanos que no esclavicen aún más a la población? ¿Quedarían ímpetus para la diversidad de ideas, prácticas libres del pensamiento, autenticidad de palabra, promesas leales y respetables con la población cubana que puedan ser puestos rigurosamente al servicio del desarrollo económico y político? ¿Cuánto durarán las secuelas psicológicas del castrismo, teniendo en cuenta que la mayor tortura ha sido la de la destrucción de la personalidad, y que esta tortura se ha aplicado con excesiva y eficiente sutilidad?
Nuestro país posee una historia, no sólo una historia social, no solamente tuvimos y tenemos «héroes de mil batallas», hemos tenido grandes científicos, escritores, artistas, pensadores, genios en la economía, sabios empresarios, luminosos emprendedores, y una tradición republicana y democrática antes y después del cuartelazo de 1952, porque sabido es que Fulgencio Batista y Zaldívar convocó nuevamente a elecciones, malogradas, sí, todo sea dicho y recordado, por el terrorismo de los rebeldes revoltosos que triunfaron en 1959, quienes fueron los que destajaron de un golpe rotundo las vías democrática y republicana cubanas.
Me gustaría suponer que la mayoría de los cubanos estemos dispuestos a una transición pacífica, a un cambio rápido y radical con moderación e inteligencia. Lo que sí es seguro es que los que no están dispuestos son los mandantes y los «pactantes», como los ha llamado Guillermo ‘Coco’ Fariñas. Cierto es que un cambio radical implicaría que habría que remodelarse la legislatura y la Constitución, porque nada puede ser posible en el sentido de la libertad y de la democracia republicana con las leyes y la constitución castristas vigentes. Y esa regulación es lo que quisieran evitar los que se han apoderado de Cuba desde hace más de medio siglo.
Sin embargo, soy de la opinión que los cubanos debieran sentirse dispuestos también a una liberación de corte brusco. Más vale rojo una vez que amarillo cien veces. Eternizarse en el amarillo ya sabemos lo que trae.
Hace un tiempo leí en un periódico -conservo el recorte- que se había permitido el derecho a la vivienda, ¿sin el estado? Me pregunté al tiempo que leía… ¿Todavía seguirán los cubanos comprando sus viviendas al 50 por ciento con el estado que se las decomisa cuando le da la gana? Al irme al exilio perdí dos apartamentos: el de mi madre y el mío. Los dos los pagué yo, y aunque a un precio módico relativamente, no me pertenecían al 100 por ciento. La prueba es que en aquel tiempo (1995) no pude venderlos porque el estado no lo consentía (al parecer eso ha variado), tampoco pude donárselos a un familiar, y mucho menos a un amigo. Para que en la Cuba futura la gente sienta que vive en libertad las leyes de propiedad privada deben ser reestructuradas. ¿Quién posee algo en Cuba de verdad? Nadie. Ni siquiera la entrega de parcelas de tierra a los campesinos significa nada. ¿Pueden esos campesinos vender libremente el producto de sus tierras? No, sólo al estado, quien a su vez le revende al pueblo, en calidad de intermediario y cuyos beneficios son apabullantes. ¿No merece que para que esto se acabe de una vez dejemos de ponernos amarillos una eternidad?
No pienso, como se ha dicho tantas veces, que los antiguos propietarios en el exilio regresen masivamente a Cuba con el ánimo de reclamar y de despojar a nadie de lo que les perteneció porque se lo ganaron con su trabajo, aunque ¿y por qué no? Hace algún tiempo también vi una película dirigida por el músico y compositor Michel Legrand, titulada ‘4 juin’, con relación a un día específico de la Liberación de Francia de la Ocupación alemana, en la historia un hombre regresaba a su casa abandonada después de huir de los nazis, y se encontraba la casa como mismo la dejó, entonces volvió a ocuparla porque era suya, era la casa familiar. ¿Por qué no pudieran acontecer hechos semejantes en Cuba? Los cubanos que fueron expropiados debieran reclamar todo a través de indemnizaciones y con intereses. Es su derecho. Además, lo que dejaron está casi todo en ruinas. De lo que quedó intacto, que es lo que precisamente cayó en manos de instituciones castristas, ah, eso sería ya otro cantar. Ahí sí debe de haber recuperación, y no sólo; ahí debe de haber remuneración de por vida a sus familiares y herederos. Mi abuela, hija de mambí, recibió del gobierno de Batista una pensión de por vida por haber sido hija de mambí, o sea, heredera de una gloria, lo que le fue arrebatado por el régimen de Fidel Castro en cuanto tomó el poder. Pues el castrismo ha sido una larga y espantosa guerra en contra de los cubanos, eso debiéramos también tomarlo en cuenta a la hora de replantearnos exigencias de nuestros derechos.
¿Acaso los que fueron expropiados, vandalizados, robados, no merecen una compensación razonable más allá de la justicia misma? Que pudiera ser viable mediante distintos métodos muy reales y posibles en el mundo actual.
Para que la sociedad cubana se entere, y sobre todo perciba el cambio radical, debe disfrutar no sólo de la mejoría, por encima de todo de la libertad. No solamente de una mejoría económica, caso de que la hubiere, al mismo nivel de un cambio social profundo. Nada más real para recuperar un correcto sistema de salud del que se beneficien todos que adoptar modelos de elección, como en el capitalismo, que los hay, existen, y son en numerosos casos, ejemplares.
En esa Cuba futura la palabra clave es Libertad. Liberar a los presos, liberar la economía, liberar la sociedad, eliminar tabúes concebidos desde una única ideología y no desde las ideas prolíferas. Lo primero, desde luego, es liberar el poder y entregarlo a los cubanos.
No existe ya nada que buscar en el pasado más reciente de naturaleza castrista, como no sea el aprendizaje, la experiencia nefasta de una concepción negada de la historia y de la humanidad; de lo malo también se aprende. Aportaría poco alimentar rencores y acudir a la venganza como liberación individual, pero no debemos olvidar lo que nos ocurrió, y que también el rencor y la venganza son formas justicieras humanas. Para vengarnos con vergüenza existen la justicia y los tribunales penales internacionales, como ha ocurrido con otros tiranos; pero con los tiranos de Cuba esos tribunales penales hasta ahora han hecho oídos sordos, han mirado hacia otro lado.
Sin la justicia no podríamos reconstruirnos moral y humanamente, tampoco económica, política y socialmente. Con venganza, un derecho, y con vergüenza, preferiblemente mediante la justicia, sí. De lo contrario no serviría de nada haberlo ni siquiera intentado.
La Cuba futura: ¿Una isla fuera del mundo? (3ra Parte)
En numerosas ocasiones he tenido que oír por parte de personas que viven en el mundo libre que Cuba es ni más ni menos como cualquier otro país, pero además maravillosa y cívica. No he podido callarme, y he respondido con la intransigencia de la verdad. Sé que no estamos perfectamente preparados para rehacer un país, porque esa perfección no ha existido jamás. Pero al menos, permitan que los cubanos lo decidan en libertad y democracia. Dejen que Cuba sea un país libre por nuestra diversidad de ideas y no con las impuestas por nadie ajeno a nuestra tragedia. Pediría inclusive que sea hasta un país corriente, sin esos traumas del “faro de Sudamérica”, ni el “más antiimperialista del planeta”… En primer orden porque todos esos epítetos supuestamente gloriosos, muy a lo imperialismo comunista chino, no son ni fueron patrimonio del castrismo. Cuba fue verdaderamente faro de América -desde su economía floreciente y vital- a partir de 1957 en que se colocó entre los tres países mejor desarrollados económicamente en Sudamérica (el término América Latina es, como ya he dicho antes, un invento francés). En cuanto al antiimperialismo del pueblo cubano, creo que siempre lo fue, para su peor desgracia; ese ha sido sin dudas desde la Criollez tras la Conquista uno de sus grandes fallos.
Que Cuba devenga un país normal será posible en la medida en que los cubanos seamos capaces de serlo y de reconstruirnos como seres capacitados para lo normal. El castrismo nos inoculó el complejo de ser el ombligo del mundo, y un miedo injustificado al capitalismo. A ese veneno se han sumado varios países colaboradores del régimen, siendo ellos mismos capitalistas. No pocos europeos lamentan que la isla cambie radicalmente hacia el capitalismo porque entonces se volvería insostenible el entendimiento amo-esclavo, que es lo que al final les interesa que sigamos siendo: esclavos. No advierten que los Castro hundieron a esa isla en la miseria, y la solución que encontraron luego, para sacarla de la miseria, ha sido la de un capitalismo salvaje en el que sólo se beneficien ellos, y para el pueblo: pachanga. Los que así piensan, debieran admitir, que lo que se les acabará a todos será precisamente esa pachanga mal pagada, la cogedera de mangos bajitos, la ‘Grantanamera’ a costa de la libertad de los cubanos (por lo que en esto incluyo a una cierta oposición).
¿Por qué no tendríamos también derecho a un capitalismo normal y justo, con libertades, pluripartidismo y democracia? Es hora de que lideren personas cuerdas, y no descerebrados, una banda de exhibicionistas y bullangueros. Es hora de que los deseos ajenos dejen de ser órdenes para los cubanos de a pie que deban cumplir sin derecho a protesta. Seamos honestos, entre un mundo totalitario y un mundo capitalista, no hay dibujo que lo supere, el segundo ha proporcionado mejores y las más humanas y adecuadas propuestas a la humanidad.
Podríamos sospechar, sin embargo, que en el proceso de liberación y democratización varios compatriotas quedarán al campo, muertos en vida -si me entienden bien-, pero esos serán los que han vivido cegados e inertes, con la fe puesta en el castrismo unos, y otros con la fe puesta en las modas dentro de la oposición, o los que habrán renunciado a la esperanza de otras vías posibles, y a la dignidad que les facilitaría devenir individuos libres.
Raúl Castro tiene noventa años, no está ya en condiciones; pero creó escuela, como su hermano. Para desgracia de Cuba esa escuela castrista es una realidad empotrada en los cerebros, la raulista, en los bolsillos. De esos cerebros habrá que desempotrar el adoctrinamiento que ha durado más de sesenta y dos años y que ellos vaticinan ahora mediante su propaganda que durará sesenta y dos milenios. De sacar la raulista de los bolsillos será más difícil. Si no actuamos, no lo duden que así será, que aquello se eternizará por esas dos vías. Con lo cual, el debate político debe ser liberado, las buenas costumbres en política que tienen que ver mucho con la lealtad y la vergüenza, deben ponerse en práctica.
El anterior Congreso del PCC no varió ni un ápice de lo que habían propuesto desde su ideología comunista como discurso, esa misma declaración de retahíla de fervores revolucionarios, los que confunden con los deberes patriotas, no es más que un compte rendu cual termómetro para medir el estado de opinión, sin más. Sospecho que el 8vo Congreso seguirá las mismas pautas.
No sólo los presos no han sido liberados, además la oposición los olvida para sumarse a la bachata de las detenciones espectaculares que a veces no duran ni una hora. La diversidad social no puede confundirse con la variedad social, como tampoco la gran política no debiera confundirse con la varieté de los influencers que se enriquecen al mismo nivel que el castrismo a costo del dolor de los cubanos. Lo diverso calcula la cantidad, refiriéndose también al contenido y su calidad. En la variedad el contenido resulta imprescindible, pero no así la cantidad, y la calidad entonces sería preferiblemente excluyente. En política la variedad es populismo a pulso. La diversidad se ocupa de que seamos considerados valiosos en los medios de la alta política internacional. Los cubanos cada día se alejan más de esa posibilidad con sus actitudes reacias de devolverle a Cuba la nitidez de la Perla que otrora fue.
Aquellas medidas raulistas que tanto la gente esperó (menos yo) cuando Castro II tomó el poder y que con Obama se harían posibles, ni siquiera asomaron la cabeza, no aliviaron en nada el malestar de la población. Por el contrario se instauró un malestar cada vez más generalizado y también más minimizado y devaluado como pena y desdicha nacional. El malestar ha sido agudizado para beneplácito de los que con él se enriquecen, sean los oligarcas del régimen, sean los «puestos» del exilio. Y así seguirán, porque ahora es cuando es, y no cuando nadie quiera, decidiendo siempre en el lugar de nosotros o de otros, porque ya desigualdad y racismo no es más que un discurso inclusivo para conseguirse un Grant y convertirse en el intermediario entre el gobierno norteamericano y la tiranía.
En Cuba existe una pobreza devastadora, para nadie es un secreto. Gente que vive de los latones de basura, que no reciben ni un centavo de las remesas ni de nadie. Gente que se pierde entre tantas monedas. La mayoría son ancianos jubilados, obreros, enfermos, estudiantes, que son considerados ciudadanos de segunda y hasta de tercera y de cuarta, por culpa del Apartheid inherente al castrocomunismo, y a ese otro Apartheid tan criminal como el anterior: el del olvido y el borrón y cuenta nueva por parte de una diáspora que ya no es más el exilio digno y ese sí puesto para la libertad de Cuba, en lugar de puesto para el daño, el baro, la mansión, el Mercedes Benz, el rancho, las vacas, y el negocete encima de los hombros de Cuba. El Apartheid en dos palabras de la Cuba INC.
Antes, nadie podía adquirir nada, ahora compran los que tengan mayores posibilidades de vivir de esa Cuba INC. Y esos ya no son unos pocos, una élite de bichos que se retroalimenta entre ellos. Lo que ha variado es que, si hasta hace unos años todavía la gente se rebelaba, ahora con internet precisamente, esa internet que tanto reclamó Yoani Sánchez para su bienestar y el de los suyos, ha servido para que los ¨tontolabos¨ aplaudan, chillen, se sumen a la infamia, sin más. Y si no se está de acuerdo: el linchamiento verbal, la difamación, la calumnia, ya están servidos en las redes sociales como arma de exterminación del prestigio y de la reputación. Otros se contentan con mirar y seguir de largo, no compran, pero tampoco se implican. El poder reinante les inculcó hace tiempo que así de bestial es el capitalismo que les tocaría a ellos cuando el monstruo enseñara sus garras. Sin intención alguna de enfrentarse a las garras, prefieren darse la vuelta y que el arañazo toque a los mejores capacitados. Ya son ciudadanos de un capitalismo salvaje de vitrina, en el que solamente vibran como observadores complacientes, como masa compuesta de placentas.
El lenguaje raulista, su método, en buena medida contribuyó a esta novedad. Impuso un maquillaje, sin expresarse demasiado, sin invertir energía personal. Raúl nunca fue ni por cercanía fraternal parecido en lo más mínimo a Fidel. Carente de carisma y de verborrea orate que hipnotizara, se dedicó a manipular en la sombra, quedándose callado, aunque muy activo, redibujaba un mapa aliñado con sus chistecitos pesados, sabiendo ser astuto, entregándole el poder económico al ejército, desde aquella primera Corporación Gaviota, sin olvidar al MC de los Generales, posteriormente fusilados tras ser evidente el negocio de la droga, amparado por ellos mismos… Raúl Castro estuvo muy lejos de ser un mago, él mismo lo confesó, todavía más lejos de ser un demócrata como deseó el resto del planeta, ¿quién lo duda a estas alturas? Lo cierto es que sus años de gobierno no cambiaron nada más que el reducido derecho a la adquisición de una cierta pacotilla, unos viajecillos por aquí y por allá, la reactualización de la chusmería y la imposición de la misma mediante la labor de una pseudo-oposición creada a su imagen y semejanza como el discípulo que fue de Felix Dzerjinski, fundador de la Tchéka.
En todos estos años bajo el poder de Raúl Castro y de su marioneta Miguel Díaz-Canel, ninguno ha conseguido variar nada más de lo que variaron las cosas en el año 1989, cuando se inició aquel nefasto Período de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. Época en la que comenzó la más dura y siniestra crisis económica que ha vivido la isla a merced del desmorone del bloque socialista y la demanda de ciertos sectores de la sociedad hacia cambios edulcorados y progresivos. Época que se parece mucho a la actual, pero las demandas de cambios no son diversas, sino variadas, desde la varieté.
En 1989 culminaba entonces la época en la que el negocio de la droga y de la guerra en Angola facilitaron cierto ‘confort vivendi’ a la población, a la manera de algunos países comunistas, aunque sin llegar a los “goces” de la RDA.
Raúl Castro lo único que consiguió desde entonces ha sido demorar la vía rusa hacia una transición de los viejos Castro hacia los nuevos Castro, con una real oposición apaciguada y fatigada, y una novata e insulsa disidencia cuya permanencia moral se adapta muy bien al latigazo del dominador de turno.
La Cuba futura: el cáncer extirpa al Cáncer cuyas secuelas crean otros tumores (4ta Parte)
La familia Castro ha decidido partir mediante el túnel simbólico del ano, siguiendo el ejemplo de su amado Joseph Stalin (vean Kroustaliov, ma voiture! (1999), un clavo a lo soviet de Alexeï Guerman, realizador comunista privilegiado del régimen devenido contestatario, donde se narra la enfermedad estomacal y anal del tirano soviético). Nunca unos culos han tenido mayor impronta, aunque demorada y tardía, en la historia de la humanidad; salvo el de Marilyn, por otras razones, y ya ven cómo terminó… Pues como terminaba todo el que se mezclaba con los Kennedy, y sino observen Bahía de Cochinos, pero ese ya es otro tema, aunque de alguna forma enlazados, porque si los expedicionarios de Bahía de Cochinos no hubieran sido traicionados por el malvado y percherista Kennedy los esfínteres de los Castro no habrían tenido que maniobrar tanto para apartarlos del poder. Pues sí, nunca unos culos en última instancia han sido patrióticos y heroicos.
Por una de esas razones a los que nos conduce de manera tirante la profesión debí sonarme unas cuantas sesiones del 8vo Congreso, que no ha variado de los siete anteriores más que en el acontecimiento -al parecer sobrenatural para la prensa internacional de que un vejete de 90 años y su ano den su consabido quehacer… El ano de Castro lo ha obligado a despedirse de sus múltiples cargos, aunque no del poder, como él mismo subrayó; de lejos seguirá vigilando y mangoneando. Lo otro en lo que se diferencia este congreso de los precedentes es en que algunos de los asistentes, la mayoría, llevaba mascarilla contra el bicho maoísta del PCCH, por lo que no pudimos reconocer si eran los mismos del primer congreso o sus herederos ya crecidos, cual petulantes marionetas en idéntica línea de continuidad de la marioneta en ejercicio de desgaste, pues veremos hasta dónde llegará Miguel Díaz-Canel, el pelele de turno.
Un congreso insulso en el que no vimos tampoco la completa destrabazón de los negocios particulares, ni siquiera un estudio lógico del pago de los impuestos para quienes ganan muy poco y cuyos pagos son altísimos y vejatorios, abusivos. La moneda sigue siendo un desbarajuste sin precedentes. Los salarios más bajos de la historia de la humanidad, ni en Corea del Norte, según me explican. Los escandalosos precios de los pocos y mediocres productos alimenticios en el mercado dan grima. Los exiliados que se portan bien, o sea, que son obedientes, vuelven a ser emigrantes que costean los caprichos de los generales de ese régimen militar. Los permisos de regreso son sólo para aquellos que ellos consideren, autorizados por supuesto dentro del ‘marco’ (fea palabra) de la sumisión sin límites. El acceso a otro mundo superior dentro de la isla exclusivamente pre establecido para beneficiar a una casta, la casta comunista dirigente y sus hijos y nietos. El resto del pueblo sumido en la miseria, aunque contento y al parecer engalanados todavía con los harapos de la heroicidad revolucionaria.
Los dirigentes no paran del cacareo habitual al que acostumbraron a ese pueblo durante más de 62 años, entre ellos mismos se comen a mentiras diciéndose que no permitirán un capitalismo de oligarcas, cuando ya lo tienen en sus propias narices e implantado por ellos mismos. La miseria de Haití es lo que le venden a un pueblo ciego como la elección hacia un capitalismo próspero. Pronósticos falsos evidentes, negativos, con la intención de sembrar el caos o de hundir la raíz todavía más en el menosprecio y la depresión. Entre tanto la vía de una oposición elegida que los haga parecer benditos ilustrados se acentúa cada vez más… Una oposición interior elegida, y un exilio también elegido por los lacayos de la tiranía.
Y bien, otra vez el mantra del cúmulo de medidas que de sólo oírlas duermen hasta a las piedras. Kim Jong-un y su hermana parecieran al lado hasta simpáticos, modernos, o al menos más actuales, inclusive con ese pelado de Cabezaecazuela de cuando China invadió a Japón. Medidas torpes, ninguna para ganar, todas para perder, para que el pueblo pierda. No ellos, ellos ganan siempre, como quiera que se lancen los dados, ay, Mallarmé, nada abolirá el azar, ese azar del patio concurrente lezamianito de la jiribilla con guarandol.
Alguien habló en algún momento de eclosión económica al estilo Pinochet, es chileno y se hacía llamar el Guatón, comunista pero actuaba como capitalista, debió exilarse de Cuba donde se enriqueció a costa del dolor y la pobreza del cubano. Lo recibió con los brazos abiertos un Chile derechista, que si analizamos como mismo se analiza a la derecha en España, vendría quedando a la derecha de Augusto y de Franco juntos, aunque con invocación centrista, que es como se autodenominan todos, incluida la ultra centro centrista centrada Rosa María Payá Acevedo, líder de Cuba Decide, desde su exilio rococó, que aunque autodefiniéndose como la Centralita de los Centros ha hecho política muy acomodada y encaramada en los pedestales de la derecha española y de la ultraderecha del resto del mundo, sentada también a la derecha de Donald Trump chapurreando incoherencias imperdonables, que si con barcos que jamás llegan a puerto castrista se tumbaría a la tiranía, y los cometrapos ahí aplaudiendo: «¡Ahora sí, ahora sí, ahora sí… tumbaremos aquello!». Como mismo hacía unos pocos meses atrás gritaban en la Plaza de los Escombros Revolucionarios: «¡Ahora sí, ahora sí, ahora sí… construiremos el socialismo!». No me canso de repetir que lo de Cuba da dentera.
Sesenta y dos años y lo que queda aguantando semejantes dramones hacia un babeante público al que no le acaban de brotar los primeros dientes… Kiko Sao en su perfil de Facebook ha alertado de que esto del cáncer que se devora al otro Cáncer es para que sintamos lástima, lo creo igual. Y para que terminemos por fin de aliarnos -esto lo añado yo- a esas otras secuelas tumoríficas que se avecinan: las llagas de una contemplación del dolor de los cubanos, conceptualizándolo, encasillándolo en sectores de ‘ordenativismo’ social: «artivistas«, como ahora se les llama o se autodenominan los artistas que han decidido desviar la atención de la verdadera tragedia nacional para enfocarse a sí mismos, darle un impulso de pala al socialismo del siglo XXI o «nouveau socialismé«, en el que se vuelven a airear los odios y se reabren las heridas cicatrizadas desde hace más de medio siglo del tiempo de ñañáseré; llamando la atención sobre el papayocracismo con halitosis, la homosexualidad o viralosexualidad fluida, el racismo siempre encarado hacia un sólo color: el negro.
Mediante una jerga muy poco consistente, musicalidad agregada, como mismo son los lamentables espectáculos inspirados en lo más decadente del socialismo emanado de esa parte costrosa de las universidades norteamericanas, un socialismo churroso estructuralizado (estructuralista actualizado) referenciado más tarde por las acomplejadas ‘damiselas’ de la intelectualidad europea. Un espectáculo en el que esclavo se autointroduce en el mismo garrote vil que le prestó el museo de la tiranía, se coloca él mismo (o un subalterno) las esposas del verdugo, mientras una tercera esclava le da de comer a cucharadas, convirtiéndose a su vez en la esclava del jefe de cabila. Un segundo protagonista se supone que se autoinmola y obliga a inmolarse a sus seguidores durante una huelga de hambre de pasarela y a la carta… El ajte del artivista, cada vez más feo y anodino, maniqueo plagio del más achocolatado Disney, supera aquel espantoso agujero blanco en una pantalla negra de la conceptual tribalista Tania Bruguera, la sexualista pieza de cambio asambleísta, que nos hace ver a El Sexto como al Leonardo Da Vinci de la suposición tardía y del exilio de socialité.
Menos mal que todavía queda un Michel Houellebecq para sopapear a semejante gentuza… Aunque ni siquiera lo leen en su idioma original…
La Cuba futura: «El cambio ya fue». (Parte 5)
¿Quiénes entonces tienen respuesta a la interrogante de si en Cuba habrá un proceso de transición pacífica, que no quiere decir que sea un proceso digno, pudiera significar todo lo contrario? La respuesta la tienen: la familia Castro, los dueños de la isla, la oposición fabricada a su medida, y el nuevo exilio reguettonero e influenHeces(ro). La respuesta de ninguna manera la tiene el pueblo cubano, tampoco los verdaderos disidentes y opositores, y mucho menos el exilio histórico y el digno exilio. El gobierno norteamericano, como siempre, desde lejos contempla la pachanga y el relajo sin inmutarse, pese a que fue Estados Unidos quien no sólo permitió, impuso esta tiranía en Cuba, con la anuencia de un pueblo equivocado y bastante poca cosa. Pero, serán solamente los Castro quienes decidirán, visto lo que estamos viviendo, si los cambios «estructurales» anunciados hace tiempo por Castro II, y «espectaculares» dentro de la expectativa de una oposición creada a la medida, los que pondrán fin a una época de penurias económicas; lo que a mi juicio es poco probable.
No esperen nada en el terreno de la democracia y las libertades. No esperen nada para el pueblo urbano y mucho menos para el campesinado. Una vez que la pacotilla sensacionalista invadió los cerebros, aguándolos con imágenes de celulares, arroceras, y toda la parafernalia prometida, el objetivo de libertad absoluta si alguna vez lo tuvieron se transformó en pena pasada. ¿Alguien querría mañana levantarse, dirigirse a la Plaza Cívica, y gritar a todo pulmón «¡Viva Cuba Libre!» sin que lo encarcelen al instante, sin que la policía política se atreva a cuestionarse libre de qué… del imperialismo, o de qué…? Los refranes de «Díaz-Canel singao» más recurrentes en los últimos tiempos dan la medida de que todavía no existe un pueblo preparado para vocear «¡Abajo los Castro!», incluyendo desde luego a Alejandro Castro Espín, a Mariela Castro Espín, a todos los Castro, los viejos y los nuevos. Inclusive con Mariela se tiran en plancha detrás de cualquier conga pajaril.
Resulta curioso, cuando se tocan estos temas cuestionándolos, viniendo de mentes y bocas cubanas, suena a pasión, a sinrazón, sobre todo a trastorno de la psiquis. A todo suena, menos a patriotismo.
Hace años, leí también que un músico cubano llamado Elvis Manuel se hallaba desaparecido después de un intento de fuga del país en una averiada lancha. La embarcación por fin fue encontrada vacía, pasaron varios días en que no se sabía si el joven muy popular en las televisiones miamenses -hoy olvidado como tantos- vivía o no… Su madre había conseguido subirse en otra lancha; sin embargo, un escampavías norteamericano la interceptó y la devolvió a Cuba. Nada más, fin de la historia; que si hubiera sido protagonizada por un marroquí en una patera diera para unas cuantas películas hollywoodenses y varios premios Goyas y hasta numerosas estatuillas de los Oscar. Con los cubanos nada es igual, nada cuaja; nuestro dolor ha sido no sólo ignorado, ha sido cruelmente vejado. Llevamos más de 62 años soportando estos dramas. Miles y miles de víctimas, muertos devorados por los tiburones, fusilados, desaparecidos, ametrallados… ¿La culpa es como dice el mantra castrista del «imperialismo yanqui»? ¿Huyen los cubanos de ese imperialismo o por el contrario nadan desesperados a cobijarse bajo su protección? ¿Se han reconocido nuestros desaparecidos, nuestros ametrallados sin juicios? No. Son sin embargo personas que como todos tuvieron sueños y esperanzas.
En un vídeo que encontré en YouTube, el joven músico Elvis Manuel, junto a otros jóvenes, canta, improvisa… Uno de ellos sostenía dos teléfonos móviles, se podía ver también una computadora medio desguasada, pero funcionaba… Por lo visto, aquellas nuevas y hoy caducas medidas raulistas impuestas por Raúl Castro, y por Machado Ventura como su segundo, y la ralea de militares de toda la vida, no detuvieron a Elvis Manuel a la hora de lanzarse al mar. Por lo visto, Elvis Manuel buscaba otra cosa, anhelaba la libertad. Buscaba un sitio en el que su creatividad prosperara bajo libertades cotidianas. Sin embargo, en la actualidad Elvis Manuel ni siquiera es recordado por los de su propio gremio, supuestamente el de la cultura.
No estoy de acuerdo con los que afirman que la oposición y el exilio más reciente han sostenido una posición férrea frente al inmovilismo de La Habana. Más bien se dejaron arrastrar por ese inmovilismo y se han acomodado a las prebendas que la Cuba INC. de un lado como del otro otorgan. La posición de los últimos exiliados -¿o emigrados?- ha variado mucho de la de los primeros y de la del digno exilio de cualquier época. Han puesto en discusión numerosos proyectos reales y exigentes con relación a la tiranía, para imponer los más descabezados, flojos y furrumalleros, por no decir, consecuentes con la tiranía misma. El diálogo de una manera u de otra se ha establecido, y qué mejor que aparentar que se hizo y se hace mediante una discusión ilusionista, un tira y afloja, un huéleme el nabo aquí y allá… Muchos nos enfrentamos a cualquier diálogo, tenga el rostro que tenga. Con los Castro no se dialoga, hemos repetido una y mil veces. Empezando porque ellos mismos no están interesados, y segundo porque si lo estuvieran sería una traición imperdonable de nuestra parte a nuestros muertos. ¿Dialogaron los judíos con sus verdugos nazis? De ninguna manera. ¿Olvidarnos del derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate justo cuando el ex presidente Clinton hacía sus fintas para suavizar el embargo o boicot comercial? ¿Dónde quedaron las víctimas del Remolcador Trece de Marzo en sus memorias, la masacre del río Canímar? ¿Y el resto…?
Ninguno de los proyectos melosos de una supuesta oposición y de un exilio doblegado le ha valido a los Castro. Del otro lado de la mesa a la que se sentaron los traidores, la ausencia, la callada o la chusmería por respuesta… La oposición y el exilio debieran continuar dentro de su diversidad exigiendo libertades y democracia, con justicia republicana y Constitución revalidada mediante. Es el único modo de garantizar la puesta en marcha de un cierto respeto mundial frente a nuestro dolor, y no al revés. Es una deuda pendiente de nosotros con nosotros mismos, y luego con el mundo. Con esa deuda saldada continuaremos hacia un limpio trayecto en el que al final nos espera una sociedad más justa y más libre.. Debiéramos leer, estudiar más a Leví Marrero, cuya obra entera demuestra que desde el exilio han existido y existen propuestas económicas y políticas muy sólidas y liberadoras.
La oposición y el exilio auténticos están en su derecho de no reconocer al régimen raulista, de negarlo de tajo. Reconocerlo enmascarado tras sus variadas marionetas se llama traición. Durante todos estos años una parte de la oposición ha enviado cientos de cartas al régimen para demandar un cambio, ninguna ha sido contestada. Recuerden la el Proyecto Varela, la Protesta de los Diez, La patria es de todos… La única respuesta ha sido la represión, el encarcelamiento y el crimen. La fuerza moral está de parte de la oposición real y del exilio digno, del sacrificado pueblo cubano. La clase dirigente no posee ni siquiera la fuerza económica y mucho menos la política, sólo cuentan con el terror y la presión represora. Esa fuerza represora y el terror debieran desaparecer de cuajo, y se debieran poner en función de la fuerza moral el resto de las fuerzas. ¿O están muy atareados en adoctrinar a una parte del exilio con plebiscitos vinculantes, falsas huelgas de hambre, fetecunes y perfomances, tipo Planes de la Calle castristas? ¿O siguen algunos, esos que al descaro declaran en las redes sociales que «el cambio ya fue» mientras se enriquecen como mismo hace la tiranía con el dolor de los cubanos, muy ocupados en dar una imagen de que el capitalismo a la larga tampoco significa libertad sino se posee la suficiente pacotilla hojalatera y brillo, de lo que tanto huyó el más grande de todos los cubanos, José Martí?
Como ven existen más interrogantes que presunciones y propuestas. Quizás todavía no se han sabido valorar las proposiciones del digno exilio y de la real oposición interna, y varios sigan abrumados con las ofertas del Cuba INC. a la expectativa de lo que dicta el buró político y sumándose a la eterna conga del Consejo de Estado.
En mi caso particular sólo admito una idea de la libertad, de un estado de derecho, de justicia; porque supongo que sea el único modo de dejar de ser sólo seres cubanos para por fin convertirnos en seres humanos. En la antigua Roma a los esclavos se les saciaba el hambre, como a los esclavos de cualquier continente se les saciaba el hambre apenas, hasta un punto, en los barracones, con dietas que cuidaran de su salud, las que por cierto ya quisieran tener los cubanos actualmente; pero seguían siendo esclavos porque no eran libres de acción ni de movimiento, y mucho menos de pensamiento. Y esto no va de color de la piel ni de preferencias sexuales. Esto va de comunismo, un sistema que aplasta a todos los seres humanos por igual sirviéndose de la venganza, y sin vergüenza. Ojalá que los cubanos puedan saciar su hambre histórica estomacal, pero que logremos por encima de todo que puedan saciar su sed de libertad. Que puedan apreciar la vida de manera natural y libres, como en aquel poema dedicado Al Cauto cuyo autor es Carlos Manuel de Céspedes:
«Así es el hombre. Entre caricias nace;
risueño, el mundo al goce le convida;
todo es amor, y movimiento y vida.»
Zoé Valdés es escritora y artista. Fundadora y Directora General de ZoePost y de Libertad de Prensa Foundation Corp. Fundadora Delegada del Movimiento Republicano Libertario Martiano.